lunes, 23 de enero de 2012

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Debí de haber tomado precauciones. Debí de haberme blindado el corazón, con acero, inoxidable, para que todo el llanto no lo oxidara, para que todo el llanto no lo oxidara... Tenía que haberlo reforzado, hacerlo inaccesible, debí de haberlo protegido, pero no, no lo hice, y lo dejé al descubierto, como una tonta, como una imbécil. Sabía que esto iba a pasar, lo sabía, pero dejé mi vida al aire, lo dejé todo en sus manos... Claro, que como decirle que no a esos labios, y a esas malditas manos que siempre buscan, ¿cómo se protege uno de eso?... pero no tengo disculpa, porque debía saber ya que todo acaba, y que cuanto más grande es el premio, más caro se paga.
Debí de haberme protegido, debí de hacerlo... pero, maldita sea, no lo hice